"Esta tarde el barro se deslizaba por mis dedos. Textura húmeda, hidratada, de piel fresca de flor que aviva mis manos. Un bloque de barro y diez dedos arando por los surcos. Las yemas se sumergen en la densidad parda y lo voy transformando. Una idea tomando expresión, el brote de una forma, un hundirse hasta extraer dinamismo de la quietud del barro. Las manos que modelan, estiran el barro, prolongan sus contornos en olas que devienen siluetas, dos cuerpos emergiendo. Se abrazan, se anudan, se contienen. Y estiro más las formas. Un hombre y una mujer. Dos cabezas confundidas. El roce cálido, el tacto amable de las herramientas de madera me ayuda a perfilar. No disponemos de punzones, ni medialunas. Redondeo las formas con las palmas. De repente, las dos figuras se retuercen, se contraen, se pelean. Siento que está saliendo. Mi idea, mi confusión toma realidad. Me estremezco. Mi idea representada, conseguida. Nunca antes lo había experimentado. Algo que bulle en la cabeza y que, al final, se concreta, existe. Las dos figuras riñen a vida o muerte. El barro hace milagros. Me cura, me oxigena. Como cuando de niña pasaba largas horas en la playa construyendo castillos, creando ríos que la arena atrapaba. Horas suspendidas de agua, arena y barro. Arena en los pies finos, barro suave en las manos..."
pilar cadena
fragment del text Tocar el infinito
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